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Connotación Positiva

  • Terapia Familiar 2019.
  • 29 nov 2019
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 8 dic 2019

Surge ante la necesidad de no contradecirse en la prescripción del síntoma, ya que no se puede indicar lo que antes se hubiera criticado y su función principal es la de facilitar al terapeuta el acceso al modelo sistémico, sabiendo que lo que se connota positivamente es la tendencia homeostática del síntoma.

Aunque se lograba con facilidad no connotar negativamente el síntoma del paciente designado, no resultaba igualmente fácil hacer lo mismo respecto de todos aquellos comportamientos de la familia (en especial de los padres), que aparecían en correlación con el síntoma y que, por lo tanto, son tradicionalmente considerados sintomáticos en relación con una cierta patología de los padres.




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"Existe el riesgo de caer en la tentación de usar el modelo lineal-causal, al recurrir a una puntuación arbitraria: correlacionar el síntoma con tales comportamientos sintomáticos según un nexo causal".


Connotar como positivo el síntoma del paciente designado y como negativo el comportamiento sintomático de los otros miembros de la familia, equivale a trazar una línea de demarcación entre los miembros del sistema familiar, en "buenos" y "malos" y, por ende, a cerrarnos ipso facto el acceso a la familia como unidad sistémica.


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¿Por qué la connotación debe ser positiva, o sea de confirmación?


¿No se podría quizás obtener el mismo resultado mediante una connotación globalmente negativa, o sea de rechazo?



Cuando calificamos como "positivos", o sea buenos, los comportamientos "sintomáticos" motivados por la tendencia homeostática, lo que de hecho connotamos como positivo es la tendencia homeostática del sistema y no las personas. En todo caso se aprueban ciertos comportamientos de algunas personas en cuanto denotan la intencionalidad común hacia la unión y la estabilidad del grupo.

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La connotación positiva conlleva, en varios niveles, una serie de mensajes.


1) Los terapeutas definen claramente la relación de los miembros de la familia entre sí como complementaria del sistema o sea de su tendencia homeostática (y por lo tanto del juego). Encontrarse todos en idéntica posición de complementariedad respecto del sistema hace vana la tensión simétrica encubierta, presente en los distintos miembros de la familia.


2) Los terapeutas definen claramente la relación familia-terapeutas como complementaria en cuanto ellos declaran su propio liderazgo. No lo hacen, sin embargo, mediante una comunicación directa, explícita, sino implícitamente mediante una metacomunicación global, que tiene el carácter de una confirmación.


Así comunican que no tienen dudas sobre la propia superioridad jerárquica, ya que la autoridad que aprueba y expone los motivos de supropia aprobación es una autoridad que comunica no tener dudas sobre su propia consistencia.




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La connotación positiva a nivel terapéutico posibilita

  • Situar a todos los miembros de la familia en un mismo plano en cuanto complementarios en relación con el sistema, sin connotarlo, como moralista, evitando así trazar líneas arbitrarias de demarcación entre unos y otros.

  • Acceder al sistema mediante la confirmación de su línea homeostática.

  • Ser aceptados en el sistema como miembros de pleno derecho, en cuanto animados de la misma intencionalidad.

  • Connotar positivamente la tendencia homeostática para provocar, paradójicamente, la capacidad de transformación, pues la connotación positiva abre el camino a la paradoja: ¿cómo es posible que la cohesión del grupo que los terapeutas definen como tan buena y deseable deba ser obtenida al precio de un "paciente"?

  • Definir claramente la relación en el vínculo familia-terapeutas.

  • Definir el contexto como terapéutico (tipo de contexto).


Por ejemplo: Unos padres extremadamente hiperprotectores, que con sus cuidados familiares no han hecho más que llevar al hijo a la inseguridad y la fragilidad psicológica, la maniobra del terapeuta ha de consistir en felicitarles y darles satisfacción por los grandes esfuerzos que han hecho al ocuparse de un hijo tan problemático y por los grandes sacrificios vividos para protegerlo de tantos posibles peligros que ofrece el mundo. Y así como hasta ahora lo han hecho bien, de ahora en adelante lo harán todavía mejor y tengo la certeza de que sabrán hallar la manera de que él asuma ahora su responsabilidad”.


Y aquí el terapeuta prescribirá acciones y comportamientos claramente contrarios a la conducta precedente de los padres. De este modo, en lugar de culpabilizar a ambos padres por su error educativo y por su hiperprotección diciéndoles: “no hagas esto, no hagas aquello, o se han equivocado en esto y en aquello otro, etcétera”. Mejor, se utiliza su carga de intervención transformándola la mediante una recodificación en forma positiva y prescripción directa, con miras a una conducta educativa correcta y funcional que llevará a la resolución del problema.

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Referencias: Selvini-Palazzoli, M., Cecchin, G., Prata, G., & Boscolo, L. (1991). Paradoja y contraparadoja. Barcelona, España: Paidós Ediciones


Elaboró: Víctor Villalba



 
 
 

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