Rituales (casos)
- Terapia Familiar 2019.
- 6 dic 2019
- 9 Min. de lectura
Actualizado: 9 dic 2019
No es hijo de mi vientre.
Familia conformada por Tony (Padre, 55 años), Rosalía (madre, 48 años), Juan (hijo, 21 años), Martha (hija de 24 años) y Andy ( hijo de 7 años). Actualmente Rosalía es ama de casa vive con su esposo Tony que es empleado y con su hijo Juan quien se dedica a sus estudios y con Andy, su hija Martha se ha casado y vive con su esposo e hijo.
Rosalía solicita el servicio su hijo Andy de 7 años, el motivo principal era el comportamiento del niño, el cual describían como grosero y contestón, conforme se fueron avanzando en las sesiones Rosalía revelo que Andy no era su hijo, sino su sobrino, que ante el desinterés de su hermano por el niño y tras el abandono de su madre en el hospital después de concebirlo, decidió hacerse cargo de él y muchas de las incapacidades para establecer límites y educarlo incluso como lo hizo con sus otros dos hijos se basaban en una dicotomía, ya que por un lado Rosalía sabía que Andy era su hijo, debido a que lo había cuidado, procurado, amado y atendido para que pudiera desarrollarse lo mejor posible, pues Andy presentaba parálisis cerebral leve, pero por otro lado, refería que no era hijo de su vientre y temía que él lo supiera y le reclamara y odiara por ello. La relación familiar se veía afectada por esta situación y al mismo tiempo la mantenía. Andy no tenía un lugar definido, explicito y validado por el sistema familiar.

Ritual
Se prescribirá una “Cena Familiar” en la que haya una foto con todas las personas que forman parte de ella, en este caso Tony, Rosalía, Juan, Martha y Andy.
Esta cena, será una cena especial, por lo que deberán poner cuidado en la forma en que visten y en preparar el platillo favorito de la familia. Se deberá de dar un espacio durante la cena para preparar un brindis. Un brindis en el cual deberán declarar el parentesco que cada uno de los miembros de la familia tiene con todos, principalmente con Andy, así como aquellas actividades o deberes que les toca a cada uno desempeñar en relación con los otros miembros de la familia. Por ejemplo, en el caso de Rosalía, ella se esperaría que dijera algo así: “Yo soy esposa de Tony, y con el hago estás cosas…” “Yo soy mamá de Mariel, y con ella hago cosas distintas a las que hago con Ángel" "Yo soy mamá de Ángel y como él es el más chico no le digo lo mismo que a Mariel”.
- Con el ritual anterior, se pretende realizar una diferencia de la diferencia, ya que cuando cada integrante de la familia señala lo que hace con Andy respecto de otros, se entiende que él no es igual que las otras personas porque tiene otra edad y otras características, sin embargo, al declarar el parentesco que tienen con los otros integrantes de la familia se define el lugar que éste tiene en el sistema, “Estamos en la misma cena, porque pertenecemos al mismo grupo, a la misma familia”.
Elaboraron: Heydi Reynosa, Betzabel Ruíz y Edgar Iñiguez
El hijo del que no se puede hablar
Yadira (55 años) asiste a consulta a raíz del suicidio de su hijo menor Fernando (18 años) quien hace aproximadamente 3 meses, se suicidó lanzándose a las vías del metro. Este hecho tomó por sorpresa a toda la familia, conformada por Yadira, su esposo Daniel (57) y su hija Zaira (21 años), todos los miembros de la familia se encuentran desconcertados ya que de acuerdo a Yadira ninguno vio alguna señal que les indicara la posibilidad de que Fernando se suicidaría. Yadira experimenta un llanto constante, dificultad para dormir y describe un cansancio que la ha tumbado en cama. Su esposo ha optado por quitar todas las fotografías donde aparece Fernando, su cuarto se mantiene cerrado, el padre ha prohibido el tema del suicidio, por lo que Yadira no puede hablar abiertamente del tema, Daniel le dice que hablar de eso solo la hará sentir peor. Otro aspecto importante es que Yadira y Zaira no pueden hacer uso del metro, esta situación les genera un angustia extrema, sin embargo, Daniel, los fines de semana que sale, las obliga a hacer uso del metro, ya que cree es parte de superar lo que ocurrió con Fernando.
Después de algunas sesiones con Yadira, se logra que asista también Zaira a consulta, en esta sesión ambas refieren tener una serie de acciones que les permite recordar a Fernando, Yadira confiesa que por las noches entra a escondidas al cuarto de Fernando y duerme ahí un par de minutos, mientras que Zaira menciona que cuando sus padres salen de casa, aunque no entra al cuarto abre la puerta y se queda parada mirando el interior por varios minutos.
Para la siguiente sesión asisten a sesión Zaira, Yadira y Daniel, Daniel menciona que el considera que la mejor forma de superar la situación es no hablar del tema del suicidio, entendiendo que se refiere a preguntarse porque Fernando cometió algo así, las cosas que ellos pudieron hacer para evitarlo.

Ritual:
Se le pide a Zaira y Yadira que a pesar de la negativa de Daniel a mantener cerrado el cuarto, ellas deberán mantener la puerta abierta, se plantea que la primer semana, la mantengan abierta solo mientras Daniel no este en casa, a partir de la segunda semana la mantendrán abierta incluso cuando él este en casa. Además, se les pide que una vez a la semana, durante la cena, que es el momento donde están los tres reunidos, deberán hablar por lo menos 20 minutos sobre algún tema relacionado con Fernando, para esto harán uso de una caja que contendrá varios papeles doblados, el cual tendrá palabras claves como: cosas que le gustan, lo que el hace enojar, cosas que quiero que él sepa, lo que me gusta de él (se deja a la elección de la familia el contenido de los papeles).
Por otro lado se les pide que cada 15 días planeen una salida familiar en la que tengan que usar el metro, para ello tienen que ponerse de acuerdo como familia de a que lugar irán, si es cerca o lejos de casa y que lugar les gustaría visitar (es importante que todos se sientan en condiciones de hacerlo y que no se trate de una obligación). Una vez en casa deben hablar de como fue la experiencia de usar ese transporte y que necesitan los unos de los otros para hacer más sencilla esta experiencia la siguiente vez.
El ritual prescrito, que está dividido en dos partes, pretende propiciar una negociación en cuanto a las ideas rígidas que se tienen en la familia, respecto a cual es la forma más pertinente de superar el duelo, por un lado se atiende a la necesidad de Zayra y de Yadira de hablar de Fernando y de no negar que él tiene un lugar en ese hogar y por el otro atender a la creencia de Daniel respecto a la importancia de no dejar de utilizar el metro y de poder continuar con sus vidas.
Se busca flexibilizar las creencias en relación al duelo y las formas de afrontarlo, se espera que la familia le de un lugar a ambas formas se vivir el duelo y que ellos después de algunas repeticiones de los rituales, en el espacio terapéutico puedan hablar de que tan útil les ha sido cada uno de ellos, e inclusive poder llegar a construir uno nuevo incorporando las nuevas necesidades que tenga la familia, tomando en cuenta que el duelo no es estático, todas las personas lo experimentan distinto y es además transitorio.
Se trata de un ritual que tiene tanto aspectos abiertos (ellos eligen cuales son los temas de los que hablarán de Fernando, ellos elijen como van a ser los viajes en el metro en cuanto a duración, que lineas usar, a donde quieren llegar) como cerrados (se les pide que sean 20 minutos una vez a la semana las conversaciones sobre Fernando, se les pide que el viaje en metro sea cada 15 días y que conversen después de ello, estas son directivas específicas que se subraya deben cumplir al pie de la letra).
Busca señalar una experiencia que es distinta a partir de su realización en una temporalidad muy específica (por ejemplo un día a la semana en la cena donde usualmente se reúnen, generando una ruptura en la cotidianidad de la familia) es un ritual elaborado para realizarlo en casa, puesto que fue también el lugar que habitó Fernando y por ello tiene implicaciones emocionales y simbólicas; también se realiza en un espacio público que es el metro, sitio que se elije pues esta dotado de significados desfavorables para ellos.
Elaboraron: Anaid Alonso, Rosario Ruíz y Monserrat Sánchez
La vida no tiene sentido para mi
Iván es un chico de 27 años que acude a terapia con la finalidad de tratar lo que él define como “estar siempre enojado y querer pelearme con todo el mundo”. Esta situación lo ha rebasado, pues refiere que cuando viaja en transporte público o camina por la calle, frecuentemente se imagina a sí mismo golpeando a alguien y eso le ha empezado a dar miedo, pues piensa que quizá si no lo llega a controlar puede hacerse realidad.
Cuando los terapeutas, un hombre y una mujer, comienzan a explorar descubren que aproximadamente hace 8 meses había fallecido su madre, con la cual sostenía una relación estrecha. Iván comienza a explicarse que a partir de ese momento sentía que la vida no era justa, se cuestionaba el porqué su madre había muerto tan joven y porqué no había podido estar con ella mucho más tiempo.
Al explorar otras relaciones familiares, se encontró que la hermana con la que vivía se había distanciado y estaba evitaba a su hermano menor; simplemente quería estar solo y por el dolor del suceso no habían hablado de la muerte de su madre. Iván parecía estar desligado completamente de cualquier relación que pudiera brindarle apoyo y en consecuencia se sentía enojado en todo momento y sin perspectiva a futuro, lo que aumentaba más su enojo y lo aislaba aún más de las personas. Para él, la vida no tenía sentido y no le importaba mucho lo que sucediera con él, no obstante jamás había pensado en el suicidio, simplemente no tenía un tiempo al cual pertenecer.
De esta forma, los terapeutas decidieron que era momento de enfrentar directamente sus sentimientos sobre la muerte de su madre y aprovechando las celebraciones mexicanas del 2 de noviembre o día de muertos, diseñaron un ritual que aprovechaba ser el primer año que pasaría Iván sin su madre.
Los terapeutas exploraron todas las relaciones posibles de Iván y encontraron el 2 de noviembre, día de muertos, era un día que se solía celebrar con su familia; su abuela dedicaba bastante tiempo a poner su altar y su madre heredó esta tradición en su momento, y ahora que ella no estaba quería mantener esa tradición.
Para la sesión 4 se prescribió el siguiente ritual: se le pidió que antes del 2 de noviembre fuera a comprar todas las cosas necesarias para que él pudiera poner su ritual, tenía que hacerlo de tal manera que en él pusiera algo completamente suyo, un acomodo distinto, objetos que le gustaran a su madre y padre, y algo que sólo él pudiera colocar en el ritual independientemente de lo que llegaran a poner sus hermanos o su abuela. Al momento de hacerlo tendría que realizarlo de la manera más lenta posible, prestando atención a las texturas, las formas y los olores, debería pedir ayuda de sus hermanos y su abuela y mientras lo hicieran, comenzaría a recordar los momentos que definían su relación con su madre y su familia incitando a la familia a hacer lo mismo. Al final, a las 12 de la noche, debería escribir una carta a su madre, contándole que habían conversado como familia.
El ritual inicialmente estaba dirigido a disolver una pauta comunicativa reiterativa en la familia: no podemos hablar de nuestra madre porque su partida fue dolorosa, lo cual aislaba a todos en la familia. Aprovechando la fiesta de día de muertos, el ritual logró incluir a la familia significativa para Iván para hablar de aquello que no podía hablar de otra forma y al hacerlo, fue posible descubrir que todos participaban de un mismo dolor y sentirse acompañados unos con otros lo cual inició una nueva secuencia comunicativa; además, Iván comenzó a tener proyectos a futuro.

Elaboraron: Giovanni García, Karen García Y Gustavo Millan
Discusiones congeladas
Regina es una médica jubilada de 59 años, actualmente toma clases de inglés algunos días por la mañana y le gusta viajar. Patricio es su esposo, tiene 62 años de edad, también es médico jubilado, con la diferencia de que era jefe coordinador del sitio donde trabajaba; se considera una persona estricta y le molesta cuando no se hacen las cosas como están estipuladas. Ambos asisten a terapia ya que tienen constantes peleas por temas varios: celos, infidelidades anteriores, labores domésticas, etcétera. Estas peleas constantes tienden a escalar hasta el punto donde, en medio del enojo por la discusión, uno de los dos decide salirse de la casa y no volver en días.
Ritual
Se indicará a la pareja que busquen por separado un símbolo u objeto que les recuerde el tema de discusión que tienen más recurrente. Cuando lo hayan hecho, se comentarán entre ellos por qué lo han elegido. A continuación, colocarán los elementos seleccionados en un recipiente con agua y los meterán en el congelador. Después se les indicará que un día discutan como normalmente lo hacen, y al otro lo harán de manera diferente; esta sucesión de día “normal” y día “diferente” se llevará a cabo hasta la siguiente sesión. El cambio en los días “diferentes” será el siguiente: Cuando la discusión esté comenzando, irán al congelador y sacarán el recipiente que dejaron dentro. Mientras se descongela el agua, hablarán sobre los puntos fuertes y cualidades positivas de su relación. Una vez que se hayan descongelado los objetos, si así lo quieren, continuarán con la pelea por el asunto conflictivo.

Al pensar este ritual, partimos de la premisa de que las discusiones en la pareja son repetitivas y “no tienen escape” en el cómo se llevan a cabo. Esto preocupa a Patricio y Regina debido a que, tras cada repetición, terminan alejados y cada vez más enojados. Así, se pretende que se rompan las pautas establecidas y asumidas (de forma implícita) por los miembros de la pareja. El propósito de este ritual no es curar el problema de la pareja, sino cambiar la pauta mediante la introducción de nueva información al sistema.
Elaboraron: Miguel Mendoza, Victor Villalba y Agustín Espinosa
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